Y han hervido bajo el cielo aletargado
las pisadas de las marchas ciegas,
la exhibición de los nuevos armamentos
trajes añejos sobre jóvenes enajenados.
Los aplausos sabían a enjambre agusanado
y el asado era ya de carne humana.
¡Festejemos nuestra muerte queridos hermanos!
¡Demos rienda suelta al pervertido mecanismo!
¡Celebremos nuestra pintoresca historia!.
Como si el hambre no anduviera rondando
como si la muerte sólo fuera una palabra
como si en nuestra vida exacerbara el sentido común
¡Vamos! ¡Vamos!
rápido
¡Brindemos!
por el que cae tumbado del rugido de su estómago
¡Salud! ¡Salud!
que afuera no llueve sangre de mendigos pródigos
bailemos, riamos, consumamos
olvidemos quien nace y muere a nuestro lado
vayamos con la mirada puesta en los pies
no corramos el riesgo de levantar los ojos
podemos descubrirnos hechos trizas en las lágrimas de un niño,
podemos darnos cuenta que el pasado es un bodrio,
que el mundo es un estropajo
con que el hombre, el hombre cree limpiar su existencia
podemos quedarnos a solas en un cuarto oscuro
escribiendo con un cerebro, un léxico y unas manos que odiamos
escaparía la sonrisa idiota de los labios
y romperíamos el innecesario cristal que nos circunda.
Ignoramos, sin duda, lo que ganamos
con un simple vistazo más allá de la nariz
se traería la conciencia de nuestras disfrazadas carencias
en lugar de conmemorar una burda independencia.