“…en tiempos donde nadie escucha a nadie
en tiempos donde todos contra todos
en tiempos egoístas y mezquinos
en tiempos donde siempre estamos solos
habrá que declararse incompetente
en todas las materias del mercado
habrá que declararse un inocente
o habrá que ser abyecto y desalmado…”
Al lado del camino – Fito Paez.
El manantial de la insidia emana a raudales
desde las fauces ensombrecidas
de nosotras mismas:
las alimañas humanas.
Se deslizan por entre los dientes carcomidos
palabras cariadas, malsanas, ignominiosas, estériles y por lo demás innecesarias.
Jorobada la alegría tiende a arrastrarse entre calles opacas mal maquilladas con guirnaldas rotas y pesares colgando de todas las ventanas.
Los pies dejados fuera… en cualquier parte persiguiendo un destino lejano y tan ficticio como todos los destinos.
Leves murmullos de razón alborotando un cerebro que a esta hora bordea la locura y presenta su renuncia frente a la convención indiferente de desconciertos que maquinan cual decadente Nerón, la mejor manera de incendiar regiones enteras…
ciudades pobladas de ésta mi especie de alma ardiente y de todas las balas perdidas que deambulan noche y día con ojos color de nube
limosneando caricias,
jugando a doblegar nobles voluntades endebles,
deseando las pobres miserias de otros por el sólo y simple hecho de ser ajenas.
¡¡¡Ay!!! de nuestro egoísmo
Que hace de esta tierra tan fértil un caldo de cultivo para las múltiples virulencias que terminarán por enfermar toda sana, robusta y buena intención
Tumores engordando sebosos en el umbral del pensamiento
El cáncer terminal de los espíritus carcome las buenas ideas y las hace fenecer justo antes de dar vida
Predicados llenos de rabia, de odio, de envidia
Uffffffffffff
“¡¡¡¡Hagan el amor no la guerra!!!!”
“La unión hace la fuerza”
“Ama a tu prójimo como a ti mismo”
tanta,
pero tanta frase cliché entrechocándose en el espacio vacío del entendimiento
sin lograr hacer sentido,
a la deriva,
sin llegar a ningún puerto
“no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran”
Y luego desenvaino mil cuchillos, asalto hogares de esos tan quietos como el ronroneo de un gato….
asesino niños sólo por aburrimiento
como hasta morir de hastío sin guardar las sobras ni para un perro
regalo mi tiempo frente al espejo para disfrazarme de esa estrella que no soy, ni me interesa ser
prostituyo la palabra y el cuerpo a precio de costo en las esquinas donde nadie alcanza a ser el hombre o la mujer del “próximo prójimo” , sólo una víctima del antojo insaciable de placeres culpables
que excitan tanto el jugoso deseo del cerebro,
la adrenalina
la algarabía clandestina,
la adicción a resacas de miedo, de soledad y profundísimo desconsuelo
Simplemente una célula más de este infecto líquido vital
contagiando el brillo que va quedando con esa opacidad tan poco llamativa.
¿Y que hacer luego de tanta vacua intención bélica?
¿Hablar del amor como si supiéramos en qué escaso corazón se encuentra?
¿Cimentar el respeto allí donde las libertades exacerban el bruto individualismo?
Escondernos como búhos solitarios presa fácil de las noches invernales
enterrar la cabeza esbozando malas copias de las avestruces
prodigar la suerte de tahúr en bancarrota
entre covachas con olor a desvelo,
a vino y entierros
Inducir el sueño para curarnos el alma
A ver si después de cincuenta mil días y una buena ducha
ya no perdonamos, ni pedimos perdón
y se deshace al fin el hechizo
ese recurso ponzoñoso
que nos ha inyectado en las acciones
tanta
pero tanta
estupidez¡¡¡¡¡