viernes, 25 de septiembre de 2009

Todo Pasa


Ella carecía de carácter,
parecía ser que su persona se conformara en un ámbito ambiguo donde todo lo que era podía existir prescindiendo de su intervención, sin embargo y pese al cansancio que presenta estar siempre ahí, ahí estaba … revuelta… confundida, amasada, informe y medio adormilada entre todo el amasijo humano tan diverso y tan normal como despertar todos los días.
Carecía como muchos mortales de un sinfín de cualidades no era demasiado inteligente, ni elocuente, ni linda, ni horrible, ni delirante, ni tan cuerda, ni tan inspirada, ni muy imaginativa,
una mezcla entre todo lo que podría ser y no era sólo por desgana o por iniciativa propia, si es que dentro de la falta de incentivo podía atreverse a ser eso o exactamente lo contrario
Era…
Un poco de aquello matizado con un poco de lo otro y por si faltaba algo se añadía alguna que otra cosa poco llamativa, pero lo que estaba claro y no se ponía en cuestión era que ella carecía de carácter, como si eso realmente existiera, da lo mismo… a vista y paciencia de los que supuestamente sí tenían carácter (¿)
ella carecía de carácter, se inquietaba y lloraba como un manantial cuando lo que debía hacer era ignorar el malestar,
decía sin reparo sí, sí, siempre sí, cuando lo que había que hacer era negar todo y subirse al escenario de los títeres a interpretar la obra siempre llana de lo que un individuo y sólo uno puede decir… ¡que pena! No tenía carácter no se inmolaba para la alabanza de otros ni se dejaba manosear por las discusiones que conducían al inminente vacío, observaba como si por los ojos se desbordara la vida, caminaba lento a falta de aspiraciones y aspiraba sólo al próximo cigarrillo, las tardes se sentaban a morir en sus faldas cuando sólo por la ventana pretendía ver pasar un gnomo, una bruja, un presidente o alguna de esas personalidades de las que nunca aparecen en ningún sitio.
Extraño engendro formado a medias por la era de las cuantificaciones, las cifras, los mercados libres, las políticas poco serias y la miseria… de pie cojo, de discursos impronunciables, de genocidios imaginarios y de un poco de romanticismo anacrónico haciendo patio en el terreno basto de los cementerios…
Carecía de carácter y por tanto no debiera hablarse de ella pero cuando la sarta de mentiras se hacen patentes en los lugares más insólitos, bien podríamos hablar de lo que se nos de la gana, bien podríamos contar la historia de los grillos, de las pulgas y hasta de los piojos, de los seres que no trascienden, de las vidas que se hacen humo entre las ciudades cancerígenas y de los que se vuelven mudos en la voz que igualmente acallara el tiempo por el solo hecho de pasar… así como pasa.
 

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