domingo, 23 de agosto de 2009

No va más.



Batahola de silencios entre miradas que ya no se encuentran, eso era lo que quedaba entre ellos, instantes derramados sobre un recuerdo insurrecto y pegajoso que se quedaba sólo en su memoria, para arrastrarla al insomnio con un afán casi absurdo que se repetía desde hacía ya varios días.
Azares confundidos y resquebrajados entre desencuentros múltiples y encuentros funestos, entre voluptuosidades de un segundo y lustros interminables de distancia y olvido. Hechos que no podían dejar de causar en su conciencia cierta constricción y tendencia al vómito. Probaba regurgitando confesiones, desparramando palabras, creyendo decirlo todo… frases balsámicas para aplacar las torturas que provocaba el choque con la agotadora realidad.
Porque ciertamente, a veces, esa realidad era más bien un chiste largo y escabroso, una broma macabra, un sinsentido recurrente y aburrido.
Ellos, los protagonistas de la vida cotidiana parecían poseer vocación de olvido, capaces de seguir la marcha acostumbrada, los caminos apartados, los universos paralelos, improvisar de vez en cuando un final inconcluso para un principio gratuito… era lo más lógico, sin reproches, sin tormentos, sin una palabra… era cuestión de dejarse en vilo en el umbral de un día cualquiera para luego recobrarse a los pies de alguna cama, como quien descubre entre el polvo y el tedio un libro a medio leer.
Fácil, sólo un juego de alegorías lúbricas, un encuentro casi poético de cuerpos sin alma, confluencia de seres despojados, apegos sin apego… Sin embargo, siempre hay trampas y miradas sinuosas, alguien erró la ruta y desvirtuó la partida, ese alguien insomne y medio perplejo escribe en este instante porque no encuentra algo mejor que hacer que intentar las frases para la historia de algo que nunca fue.
El error de sublimar lo que no venía al caso… en fin, no queda más que aceptarlo… la imbecilidad nos acecha continuamente y no hay quién se salve de tanta hecatombe.
Sí, había que reconocerlo, ser honesta, aunque la honestidad fuera escupida en la cara por la profusa sociedad, no importaba ya… nuevamente desnuda contra las piedras, contra las rocas frías que se esconden tras miradas de hierro o de dócil papel; cobijando entre las rodillas y el estómago interminables confusiones… Luego detenerse un instante sobre charcos de vacíos y salir corriendo hacia ningún sitio, una cantinela repetida obstinadamente por el paso de los años, rutinas vividas cada cierto tiempo, sí, pequeñas rutinas que presumían de sorpresas y que sin embargo ya nada nuevo traían a la puerta: Un par de lágrimas rotas, una nueva hendidura en un espacio que no existe más que en el lenguaje, sí… una nueva punzada clavándose allí donde alguien nombra alma y otros simplemente callan entornando los ojos.
Esperar, esperar… y nuevamente esperar difusos sueños, retraídos amaneceres entre sábanas chiclosas que trastabillan repentinamente con la ingravidez de algún final mal formado…
Sucumbir ante la noble ternura para descuartizarla al otro día, cuando se recogen las máscaras del suelo y se incrustan en el rostro con postura incólume, entre sonrisas de hastío o entre sudados silencios.
Que nadie me culpe si, en lugar de adornar con nidos mis ojos, puse sólo paredes de metal ¡¡ otra vez la metamórfica existencia!! no es encono ni sutileza rebuscada… ¿Qué se espera? ¿Qué, luego de tanto encarar con la mirada flechas en llamas, aún queden ganas de mirar?...
No, al parecer esta vez la ingenuidad se marchó junto al último perro abandonado que vi pasar, o tal vez peor, se enredo para morir estrangulada entre aquel beso y una lánguida pantorrilla que tiritaba sobre manos ajenas, como sea el caso… todo lo que fue no vuelve nunca más…

Martes 01 de mayo de 2007
 

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