sábado, 13 de junio de 2009

La Inocencia, la Mujer y la Vida



Esther Valencia Aracena -óleo sobre tela -

La mirada solitaria,
bajo la copiosa lluvia de sensaciones
busca un tímido refugio en el reflejo de las vitrinas nocturnas
y esta vez, pese a las bifurcaciones mentales,
las conclusiones se unen a la imagen tridimensional
de aquella inmensa mujer que reside en silencio
al interior de cada una de ellas.

Algo de frenética efervescencia envolviendo la desnudez más pura
de aquellas que enfrentan libremente el proceder de los tiempos
dejando como única huella un antifaz cobijando el misterio
de las pasiones abstrusas
que hacen nido tras los ojos de la más inocente de la féminas.

La artesanía del artífice alfarero que en innumerables manos
contornea un cuerpo, para ofrecerlo a las apreciaciones más diversas.

En el interior,
tras los rasgos, tras el cuello fornido, tras las amplias caderas
tras los senos y la tórrida tortura de los sentidos más próximos
un ser como cualquier otro
lidiando o estableciendo asamblea entre sus infinitas personalidades.

Trinidad




Esther Valencia Aracena -óleo sobre tela -


Bajo el ojo submarino
de la tierra quieta y adormecida
emerge de un sueño refulgente
la portentosa,
la escurridiza ,
la inconfundible figura de la matriarca de las quimeras,
de los desquicios y de las fantasías más remotas o humedecidas.



Inmersos todos en la inagotable preñez de la infancia
acudimos al vórtice estrecho de tu tripartita existencia:
mujer madre
mujer amante
mujer libre…
mujer de copiosas y variadas formas
voluble desde el pelo hasta los huesos
que de tanto venir volando, te has parado un instante ante mis ojos
y como un diamante a plena luz
las pupilas disparan al viento
múltiples tozos de tu imagen hecha llamas,
destellos que se calan discretamente en la memoria
de algún pálido observador.
 

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