domingo, 1 de noviembre de 2009

En pos de la Igualdad y el Respeto de Género.


“… Y en verdad basta pasearse con los ojos abiertos para comprobar que la Humanidad se divide en dos categorías de individuos cuyos vestidos, rostro, cuerpo, sonrisa, porte, intereses, ocupaciones son manifiestamente diferentes. Acaso tales diferencias sean superficiales; tal vez estén destinadas a desaparecer. Lo que sí es seguro es que, por el momento, existen con deslumbrante evidencia…”

Simone de Beauvoir

– El Segundo Sexo – París, 1949.


Elaborar un discurso articulado sobre la mujer hoy día, resulta muy diferente de las luchas feministas abordadas por mujeres de tesón impresionante y por cierto muy necesario a mediados del siglo pasado, no sólo porque la brecha temporal se ha hecho extensa hasta hoy, sino porque las condiciones históricas se han vuelto muy diferentes y para beneficio de nosotras, merecidamente más justas. Y aunque esto parezca evidente no lo es tanto a la hora de prestar oído a tanta conversación entre mujeres, a las maneras de relacionarse y por qué no decirlo a las estructuras de pensamiento engendradas aún entre nosotras.

Algo que llama la atención y por lo cual cito este pequeño párrafo de una de las mayores exponentes del pensamiento feminista del siglo XX, es que en muchas ocasiones el feminismo se entiende en oposición al machismo, ser mujer ciertamente es “no ser hombre”, vale decir y haciendo un pésima inferencia, todo las cualidades que poseen las féminas se asocian al género femenino y con ello entonces el género masculino tiende a entenderse como carente de un sinfín de aptitudes que sólo las mujeres tienen, así, gratuitamente por el hecho de ser mujeres. Esto a mi juicio es un error garrafal que hace nido en nuestra sociedad (para seguir perpetuando) los innecesarios intereses divisionistas que tanto abundan en todas partes. No es lo que queremos y no es lo que necesitamos.

Es cierto no somos iguales, eso salta a la vista de los ojos y del entendimiento, cuando nos observamos y cuando estudiamos los impulsos cerebrales, las conductas hormonales y muchas otras áreas físico-químicas que difieren en los cuerpos masculinos y femeninos, por ejemplo… me pregunto si éstas diferencias se vuelven tan importantes y trascendentes como para plantearnos y cimentarnos como seres completa y totalmente diferentes???, creo que no, creo que así mismo como se muestran éstas composiciones distintas son superficiales y nada dicen de diferir en el pensamiento, en las conductas éticas y morales, en los sentimientos o en las aptitudes para realizar alguna tarea específica. No somos iguales porque ningún ser humano es igual a otro, no porque se nace siendo hombre o mujer, tal diferenciación me parece arriesgada y por lo demás errónea, porque si así fuera entonces se validan todos lo equívocos históricos de los cuales el género femenino ha sido victima, y ya no son equívocos sino aciertos, la mujer fue ampliamente vulnerada durante siglos por ser débil, por ser un error del género humano, por ser un ser relativo al hombre, un ser ocasional “la mujer, es mujer en virtud de cierta falta de cualidades” decía Aristóteles, “los hombres son insensibles porque son hombres” he escuchado decir a muchas mujeres, y así el ciclo nunca se cierra desde el año 300 a.c. hasta hoy 2309 años después, ¡¡Eso se llama pensamiento evolutivo!!!

Claramente aún nos quedan muchas cosas por aprender y una de ellas tal vez sea dudar de esa terca manera de categorizar todo en función de lo opuesto: blanco y negro, alto y bajo, claro y oscuro, rico y pobre, desarrollado y subdesarrollado, estúpido e inteligente, etc, etc, infinitas posibilidades que dejan fuera la riqueza de los matices, la tan importante condición humana de la diversidad, basta ya de vulnerar y vejar quizás por inconsciente venganza al genero masculino, los hombres no son más brutos, más arrogantes o menos sensibles de lo que puede llegar a ser cualquier mujer. Nosotras no necesitamos a éstas alturas demostrarle nada a este ficticio mundo “gobernado por hombre”, resulta risible teniendo en Chile -un país tercermundista y subdesarrollado- a una excelente mujer ocupando el sillón presidencial, no necesitamos competir con nuestros pares, ni demostrar lo buenas que podemos ser en toda clase de cosas, no lo necesitamos porque ya es presente y futuro, porque nuestra actualidad es distinta de la vivida en 1920 o en 1950 porque “Acaso tales diferencias sean superficiales; tal vez estén destinadas a desaparecer…” Actualmente presenciamos como es que tal radicalismo de género tiende a esfumarse, es cierto debemos cada paso al incansable movimiento humano de luchar por la igualdad de derechos y deberes, y en eso no debemos claudicar; casos particulares de machismo extremo vemos todos los días, sin embargo ese tipo de actitudes no definen la generalidad masculina, también vemos padres ejemplares, familias excelentes, hombres constituidos de íntegros valores y valiosísimas ideas, cosas que no se resaltan demasiado porque no salen en los noticieros del mismo modo como aparece con bombos y platillos un femicidio.

Los hombres no son monstruosos y si así fuera que mal hablaría de nosotras el tonto hecho de vivir con ellos, apelo al reconocimiento de lo obvio y por lo mismo obviado, somos todos seres humanos, con muchísimas virtudes y a la vez innumerables defectos, seres humanos que nos constituimos y formamos siempre al alero de la sociabilidad y las sociedades, sociedades que no siempre son las mejores pero que indudablemente son perfectibles y siempre pueden mutar en pos de corregir errores y hacer de esta tierra un lugar fértil en toda la amplitud del concepto.

Producto de nuestros desacuerdos y afanes individualistas se crían entre nosotros la pobreza, las injusticias, la delincuencia, la perversión y tantas otras aberraciones, todas modificables, quizás a través de escarpados caminos, pero modificables, tales mutaciones no son posibles si no actuamos en conjunto, persiguiendo fines comunes que nos involucran a todos y no sólo a un sector de la humanidad; la pastilla del día después o postinor no es preocupación sólo de mujeres y sería absurdo que de esa manera se abordara, el machismo no es sólo tema de hombres, el feminismo no es alzar una bandera de guerra hacia todo lo masculino, no significa recriminar yerros históricos a quienes no les compete en lo absoluto, las reivindicaciones de la mujer no se manifiestan en pagar la cuenta, en cuidar a los hijos y trabajar, en disfrutar de viernes femeninos, en actuar como hombres sólo para demostrar lo que somos capaces de hacer, toda reivindicación o derecho logrado se refleja y manifiesta en las acciones que realizamos para lograr que nuestra sociedad mejore no sólo para nosotros sino para todos los que conformamos este mundo, ser mujer hoy día tal vez signifique simplemente serlo, sin miramientos hacia lo que otros no son o hacia lo que antes no fuimos, nuestra responsabilidad hoy día es la misma que antes seguir luchando como seres humanos para lograr igualdad allí donde no ha sido aún lograda, para luchar por todo aquello que no nos parezca justo y que interfiera con nuestra dignidad o integridad. No desconozco que aún hay mucho por qué luchar tanto en el plano femenino como en el terreno de la justicia social, optamos por eso, por crear en conjunto, por escuchar al prójimo y por practicar aquello que se lee en algunos stickers “convivo con la diversidad”, no discrimino a una persona por ser de tal o cual forma, porque los que nos debe unir es el contenido y no la superficie, en este sentido, no deberíamos ser parte de ningún mecanismo ideológico extremo que recalque nuestras escisiones en lugar de resaltar aquello que nos congrega y nos seguirá juntando por el simple hecho de pertenecer a esta profusa Humanidad.

Rosa N. P.

1 comentarios:

Duardian dijo...

Es cierto, las mujeres no tienen nada que demostrar hoy en día. Es algo tan evidente darse cuenta de que somos diferentes (mujeres y hombres), pero esa diferencia no es un llamado a la exclusión ni al predominio de un sexo sobre otro. Hoy, creo, la consigna es a construir juntos la sociedad que queremos, sin ánimos revanchistas ni mucho menos contenidos en un machismo prehistórico y profundamente odioso. Es también evidente que todo aquel que quiera evidenciar al mundo por separado, con un irreverente absolutismo, está destinado al fracaso, entendiendo el fracaso como la irresponsable determinación de apuntarse a si mismo frente al espejo vacío del obstinado individualismo.

Seres humanos del mundo, uníos.

 

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